viernes, 4 de julio de 2008

Aristóteles

Aristóteles

... un hombre meticuloso que quiso poner orden en los
conceptos de los seres humanos...
Mientras su madre dormía la siesta, Sofía se fue al Callejón. Había
metido un terrón de azúcar en el sobre rosa y había escrito “Para
Alberto” fuera.
No había llegado ninguna carta nueva, pero un par de minutos más
tarde Sofía oyó que el perro se acercaba.
–¡Hermes! –llamó Sofía, y al instante el perro se metió de un salto
en el Callejón, llevando un gran sobre amarillo en la boca–. ¡Buen
perro!
Sofía puso un brazo alrededor de Hermes, que respiraba jadeante.
Ella sacó el sobre rosa con el terrón de azúcar y se lo metió en la
boca. Hermes salió del Callejón y se dirigió de nuevo al bosque.
Sofía estaba un poco nerviosa cuando abrió el sobre. ¿Diría algo
sobre la cabaña y la barca?
El sobre contenía las hojas de siempre, que iban unidas con un clip.
Pero también había una notita suelta, en la que ponía:
¡Querida señorita detective! O señorita ladrona, para ser más
exacto. El asunto ya ha sido denunciado a la policía.
No, no es tan grave. No estoy tan enfadado. Si eres igual de
curiosa para buscar respuestas a los enigmas de los filósofos,
resulta muy prometedor. Lo malo es que ahora tendré que
cambiarme de casa. Bueno, bueno, la culpa es mía, debería haber
comprendido que tú eres de la clase de personas que quiere llegar
al fondo de las cosas.
Saludos, Alberto.
Sofía dio un suspiro de alivio. Entonces, ¿no estaba enfadado?
¿Pero por qué tenía que cambiarse de casa?
Se llevó corriendo las grandes hojas a su cuarto. Era mejor estar en
casa cuando su madre se despertara. Se acomodó en la cama y
empezó a leer sobre Aristóteles.

Mapa de Grecia

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