viernes, 4 de julio de 2008

Credo

Credo

No sólo como misionero tuvo Pablo una importancia crucial para
el cristianismo. También tuvo una enorme influencia en el
interior de las comunidades cristianas, ya que había una gran
necesidad de orientación espiritual.
Una importante cuestión en los años que siguieron a la muerte
de Jesús fue la de saber si los que no eran judíos podían ser
cristianos sin antes pasar por el judaísmo. ¿Debería por ejemplo
un griego cumplir la ley mosaica? Pablo pensaba que no era
necesario, pues el cristianismo era algo más que una secta judía.
Dirigía a todos los hombres un mensaje universal de salvación. El
«viejo pacto» entre Dios e Israel había sido sustituido por el
«nuevo pacto» establecido por Jesús entre Dios y todos los
hombres.
Pero el cristianismo no fue la única religión nueva en esa época.
Hemos visto ya que el helenismo se caracterizaba por la
mezcolanza de religiones. Era por lo tanto importante para la
Iglesia cristiana llegar a un escueto resumen de lo que era la
doctrina cristiana. Esto era importante para delimitarla respecto
a otras religiones, así como para impedir una división dentro de
la Iglesia cristiana. De esta forma surgieron los primeros credos.
El credo resume los dogmas cristianos más importantes.
Uno de esos importantes dogmas era que Jesús era Dios y
hombre. Es decir, no era solamente el «hijo de Dios» en virtud de
sus actos. Era el mismo Dios. Pero también era un «verdadero
hombre» que había compartido las condiciones de los hombres y
que padeció verdaderamente en la cruz.
Esto puede sonar como una contradicción, pero el mensaje de la
Iglesia era precisamente que Dios se convirtió en hombre. Jesús
no era un «semidiós» (medio humano, medio divino). La fe en
esos «semidioses» estaba bastante extendida en las religiones
griegas y helenísticas. La Iglesia enseñó que Jesús era «un Dios
perfecto y un hombre perfecto».

Mapa de Grecia

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Antigua Grecia