viernes, 4 de julio de 2008

El Estado filosófico

El Estado filosófico

El mito de la caverna de Platón lo encontramos en el diálogo La
República, en el que Platón nos proporciona una imagen del
«Estado ideal». Es decir, un Estado modelo imaginario, o, lo que
se suele llamar, un Estado «utópico». Brevemente, podemos decir
que Platón piensa que el Estado debe ser gobernado por los
filósofos. Al explicar el por qué, toma como punto de partida la
composición del ser humano.
Según Platón, el cuerpo humano está dividido en tres partes:
cabeza, pecho y vientre. A cada una de estas partes le
corresponde una habilidad del alma. A la cabeza pertenece la
razón, al pecho la voluntad, y al vientre, el deseo. Pertenece,
además, a cada una de las tres habilidades del alma un ideal o
una «virtud». La razón debe aspirar a la sabiduría, la voluntad
debe mostrar valor, y al deseo hay que frenarlo para que el ser
humano muestre moderación. Cuando las tres partes del ser
humano funcionan a la vez como un conjunto completo,
obtenemos un ser humano armonioso u honrado. En la escuela,
lo primero que tiene que aprender el niño es a frenar el deseo,
luego hay que desarrollar el valor, y finalmente, la razón
obtendrá sabiduría.
Platón se imagina un Estado construido exactamente de la misma
manera que un ser humano. Igual que el cuerpo tiene cabeza,
pecho y vientre, el Estado tiene gobernantes, soldados y
productores (granjeros, por ejemplo). Es evidente que Platón
emplea la ciencia médica griega como ideal. De la misma manera
que una persona sana y armoniosa muestra equilibrio y
moderación, un Estado «justo» se caracteriza por que cada uno
conoce su lugar en el conjunto.
Como el resto de la filosofía de Platón, también su filosofía del
Estado se caracteriza por su racionalismo. Es decisivo para crear
un buen Estado que sea gobernado por la razón. De la misma
manera que la cabeza dirige el cuerpo, tiene que haber filósofos
que dirijan la sociedad.
Intentemos una sencilla exposición de la relación entre las tres
partes del ser humano y del Estado:
Cuerpo Alma Virtud Estado
Cabeza razón sabiduría gobernantes
pecho voluntad valor Soldados
vientre deseo Moderación Productores
El Estado ideal de Platón puede recordar al antiguo sistema
hindú de las castas, en el que cada uno tiene su función
determinada para el bien del conjunto. Desde los tiempos de
Platón, y desde más antiguo aún, el sistema hindú de castas ha
tenido la misma división en tres: la clase dominante (o la clase de
los sacerdotes), la casta de los guerreros y la de los productores.
Hoy en día, es probable que llamáramos al Estado de Platón
Estado Totalitario. Pero merece la pena señalar que él opinaba
que las mujeres podían ser gobernantes del Estado, igual que los
hombres, precisamente porque los gobernantes gobernarían el
Estado en virtud de su razón. El pensaba que las mujeres tienen
exactamente la misma capacidad para razonar que los hombres,
si reciben la misma enseñanza y son liberadas de cuidar a los
niños y de las tareas domésticas. Platón quería suprimir la
familia y la propiedad privada para los gobernantes y soldados
del Estado. Y la educación de los niños era algo tan importante
que no podía ser confiada a cualquiera. Tendría que ser
responsabilidad del Estado educar a los niños. (Fue el primer
filósofo que habló en favor de un sistema público de guarde- rías
y colegios.)
Tras haber vivido unas grandes desilusiones políticas, Platón
escribió el diálogo Las leyes, en el que describe «el Estado legal»
como el segundo mejor Estado. Ahora se muestra partidario de la
propiedad privada y las ataduras familiares. De esa manera, se
reduce la libertad de la mujer. Pero dice que un Estado que no
educa ni entrena a sus mujeres es como un ser humano que sólo
hace ejercicio con el brazo derecho.
Por regla general, podemos decir que Platón tenía una visión
positiva de las mujeres, al menos si tenemos en cuenta la época
en la que vivió. En el diálogo El banquete, es una mujer, Diótima,
la que proporciona conocimientos filosóficos.
Ése fue Platón, Sofía. Durante más de dos mil años, la gente ha
discutido y criticado su extraña teoría de las Ideas. El primero fue
su propio alumno en la Academia. Su nombre era Aristóteles, el
tercer gran filósofo de Atenas. ¡No digo nada más!
Mientras Sofía había permanecido sentada en un tocón leyendo
sobre Platón, el sol se había levantado por el este, tras las colinas
cubiertas de árboles La esfera solar se había asomado por el
horizonte, precisamente cuando estaba leyendo que Sócrates subía
de la caverna y que se le arrugaba la frente por la intensa luz, al
aire libre.
Sofía casi tenía la sensación de haber ascendido, ella misma, de
una gruta subterránea. Al menos, le pareció ver la naturaleza de un
modo totalmente nuevo, tras haber leído sobre Platón. Se sentía
como si hubiera sido daltónica. Había visto sombras, pero no las
ideas claras.
No estaba muy segura de que Platón tuviera razón en todo lo que
había dicho sobre las eternas imágenes modelo, pero le parecía un
pensamiento muy hermoso el que todo lo vivo fuera una copia
imperfecta de los moldes eternos del mundo de las Ideas. Porque
¿no era cierto que todas las flores y árboles, seres humanos y
animales eran imperfectos?
Todo lo que veía a su alrededor era tan bonito y estaba tan vivo que
tuvo que restregarse los ojos. Pero nada de lo que veía
permanecería. Y, sin embargo, dentro de cien años estarían aquí de
nuevo las mismas flores y animales. Aunque cada flor y cada
animal fueran en cierto modo borrados y olvidados, alguien se
“acordaría” de qué aspecto tenía todo.
Sofía miró fijamente la obra de la creación. De repente, una ardilla
saltó sobre el tronco de un pino. Dio un par de vueltas, antes de
desaparecer entre las ramas.
¡A ti te he visto antes!, pensó Sofía. Naturalmente sabía que no era
la misma ardilla que había visto en la otra ocasión, pero si el
mismo “molde”. A lo mejor Platón tenía razón en que ella había
visto una vez la “ardilla eterna” en el mundo de las Ideas, antes de
que su alma se fuese a morar a un cuerpo.
¿Podría ser que hubiera vivido antes? ¿Había existido su alma
antes de tener que llevar un cuerpo a rastras? ¿Sería verdad que
llevaba dentro un lingote de oro, una joya por la que no pasaba el
tiempo, es decir, un alma que le seguiría viviendo cuando su
cuerpo un día envejeciera y muriera?

Mapa de Grecia

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