viernes, 4 de julio de 2008

La escala de la naturaleza

La escala de la naturaleza

Cuando Aristóteles se pone a «ordenar» la existencia, señala
primero que las cosas de la naturaleza pueden dividirse en dos
grupos principales. Por un lado tenemos las cosas inanimadas,
tales como piedras, gotas de agua y granos de tierra. Estas cosas
no tienen ninguna posibilidad inmanente de cambiar. Esas cosas
«no vivas», sólo pueden cambiar, según Aristóteles, bajo una
influencia externa. Por otro lado tenemos las cosas vivas, que
tienen una posibilidad inmanente de cambiar.
En lo que se refiere a las cosas vivas, Aristóteles señala que hay
que dividirlas en dos grupos principales. Por un lado tenemos las
Plantas, por otro lado tenemos los seres vivos. También los seres
vivos pueden dividirse en dos subgrupos, es decir, en animales y
seres humanos.
Tienes que admitir que esta división parece clara y bien
dispuesta. Hay una diferencia esencial entre las cosas vivas y las
no vivas, por ejemplo, entre una rosa y una piedra. Del mismo
modo también hay una diferencia esencial entre plantas y
animales, por ejemplo, entre una rosa y un caballo. Y también me
atrevo a decir que hay bastante diferencia entre un caballo y un
ser humano. ¿Pero en qué consisten exactamente esas
diferencias? ¿Me lo puedes decir?
Desgraciadamente no tengo tiempo para esperar a que anotes tu
respuesta y la metas en un sobre rosa junto con un terroncito de
azúcar, de modo que yo mismo contestaré a la pregunta: al
dividir Aristóteles los fenómenos de la naturaleza en varios
grupos, parte de las cualidades de las cosas; más concretamente
de lo que saben o de lo que hacen.
Todas las cosas vivas (plantas, animales y seres humanos) saben
tomar alimento, crecer y procrear. Todos los seres vivos también
tienen la capacidad de sentir el mundo de su entorno y de
moverse en la naturaleza. Todos los seres humanos tienen
además la capacidad de pensar, o, en otras palabras, de ordenar
sus sensaciones en varios grupos y clases.
Así resulta que no hay verdaderos límites muy definidos en la
naturaleza. Registramos una transición más bien difusa de
plantas simples a animales más complicados. En la parte
superior de esta escala está el ser humano, que, según
Aristóteles, vive toda la vida de la naturaleza. El ser humano
crece y toma alimento como las plantas, tiene sentimientos y la
capacidad de moverse como los animales, pero tiene además una
capacidad, que solamente la tiene el ser humano, y es la de
pensar racionalmente.
Por ello el ser humano tiene una chispa de la razón divina, Sofía.
Sí, sí, acabo de decir divina. En algunos momentos Aristóteles
señala que tiene que haber un dios que haya puesto en marcha
todos los movimientos de la naturaleza. En ese caso, ese dios se
convierte en la cima absoluta de la escala de la naturaleza.
Aristóteles se imaginaba que los movimientos de las estrellas y
de los planetas dirigen los movimientos en la Tierra. Pero
también tiene que haber algo que ponga en marcha los
movimientos de los astros. A ese «algo» Aristóteles lo llama
primer motor o dios. El «primer motor» no se mueve en sí, pero
es la «causa primera» de los movimientos de los astros y, con
elio, de todos los movimientos de la Tierra.

Mapa de Grecia

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