viernes, 4 de julio de 2008

Spinoza

Spinoza

... Dios no es un titiritero...
Llevaban mucho tiempo sentados sin decir nada. Al final Sofía dijo
algo sólo para desviar los pensamientos de Alberto.
–Descartes debió de ser una persona muy singular. ¿Se hizo
famoso?
Alberto respiró hondo un par de veces antes de contestar
–Ejerció una gran influencia. Lo más importante quizás fue la
influencia que tuvo sobre otro gran filósofo. Me refiero al holandés
Baruch Spinoza, que vivió de 1632 a 1677.
–¿Vas a hablar también de él?
–Así lo tenía planeado, sí. No nos dejemos detener por
provocaciones militares.
–Soy todo oídos.
–Spinoza pertenecía a la comunidad judía de Ansterdam,
pero
pronto fue excomulgado y expulsado de la sinagoga por
heterodoxo. Pocos filósofos en la era moderna han sido tan
calumniados y perseguidos por sus ideas como este hombre.
Incluso fue víctima de un intento de asesinato. La causa era sus
críticas a la religión oficial. Pensaba que lo único que mantenía
vivo tanto al cristianismo como al judaísmo eran los dogmas anticuados
y los ritos externos. Fue el primero en emplear lo que
llamamos una visión «crítico-histórica» de la Biblia.
–¡ Explícate!
–Negó que la Biblia estuviera inspirada por Dios. Cuando leemos
la Biblia debemos tener siempre presente la época en la fue escrita.
Una lectura crítica de este tipo también revelará una serie de
discrepancias entre las distintas escrituras. No obstante
bajo la
superficie de las escrituras del Nuevo Testamento, nos
encontramos a Jesús, que muy bien puede ser denominado el
portavoz de Dios. Porque la predicación de Jesús representó
precisamente una liberación del anquilosado judaísmo. Jesús
predicó una religión de la «razón» que ponía el amor sobre todas
las cosas, y aquí Spinoza se refiere tanto al amor a Dios como al
amor al prójimo. Pero el cristianismo también quedó pronto
anquilosado en dogmas fijos y ritos externos.
–Entiendo que ideas como ésas no fueran fácilmente aceptadas por
las iglesias y sinagogas.
–Cuando la situación se agravó, Spinoza fue abandonado
incluso
por su propia familia, que intentó desheredarle debido a su
heterodoxia. Lo paradójico es que pocos han hablado
tanto a favor
de la libertad de expresión y de la tolerancia
religiosa como
Spinoza. Toda esa oposición con la que se topó dio lugar a que
viviera una vida tranquila enteramente dedicada
a la filosofía. Para
ganarse el sustento pulía vidrios ópticos.
Algunas de esas lentes
son las que están ahora en mi poder.
–Impresionante.
–Casi tiene algo de simbólico que viviera de pulir lentes, pues los
filósofos deben ayudar a los hombres a ver la existencia
desde una
nueva perspectiva. Un punto de la filosofía de Spinoza es
precisamente ver las cosas Bajo «el ángulo de la eternidad
».
–¿Bajo el ángulo de la eternidad?
–Sí, Sofía. ¿Crees que serías capaz de ver tu propia vida en un
contexto cósmico? En ese caso tendrías que cerrar los ojos a ti
misma y a tu vida aquí y ahora...
–Hmm... no es fácil.
–Recuérdate a ti misma que sólo vives una minúscula parte de la
vida de toda la naturaleza. Tú formas parte de un contexto inmenso.
–Creo que entiendo lo que quieres decir.
–¿Eres capaz de captarlo? ¿Eres capaz de captar toda la naturaleza
de una vez... sí, el universo entero con una sola mirada.
–Depende. Quizás me hicieran falta algunos vidrios ópticos.
–No estoy pensando sólo en el inmenso espacio. También
pienso
en un inmenso espacio de tiempo. Hace treinta mil años vivió un
niño en el valle del Rhin. Formaba una minúscula
parte de la
naturaleza, un exiguo rizo en un mar inmenso.
De la misma
manera vives tú Sofía, una minúscula parte de la vida de la
naturaleza. No hay ninguna diferencia entre
tú v ese niño.
–Al menos yo vivo ahora.
–De acuerdo, pero precisamente era a ese tipo de pensamiento
al
que deberías cerrar los ojos. ¿Quién serás tú dentro
de treinta mil
años?
–¿Ésa fue la heterodoxia?
–Bueno... Spinoza no sólo dijo que todo lo que existe es naturaleza,
también decía que Dios es igual a Naturaleza. Veía a Dios en todo
lo que existe, y veía todo lo que existe en Dios.
–Entonces era un panteísta.
–Cierto. Para Spinoza Dios no creó el mundo quedándose
fuera de
su Creación. No, Dios es el mundo. A veces se expresa
de una
manera un poco distinta. Afirma que el mundo está en Dios. Sobre
este punto se remite al discurso de San Pablo en el monte del
Areópago. «En Él vivimos, nos movemos v existimos», había
dicho San Pablo. Pero sigamos ahora el razonamiento
del propio
Spinoza. Su libro más importante fue “Ética demostrada según el
orden geométrico. “
–¿Ética... y método geométrico?
–A lo mejor suena raro a nuestros oídos. Con la palabra «ética», los
filósofos se refieren a la enseñanza de cómo debemos
vivir para
conseguir la felicidad. Es en ese sentido en el que hablamos de la
ética de Sócrates y Aristóteles. Es en nuestros
días cuando la ética
se ha visto reducida a ciertas reglas de cómo vivir para no molestar
a los demás.
–¿Porque pensar en la propia felicidad es ser egoísta?
–Algo así, sí. Cuando Spinoza utiliza la palabra «ética» podría
traducirse tanto por «arte de vivir» como por «moral».
–Pero... «arte de vivir según el orden geométrico»?
–El método geométrico se refiere al lenguaje o la forma de
presentación. Acuérdate de que Descartes también quería emplear
el método matemático para la reflexión filosófica. Con esto quería
decir una reflexión filosófica construida sobre conclusiones rígidas.
Spinoza sigue esta tradición racionalista. En su ética quería mostrar
cómo la vida del hombre está condicionada
por las leyes de la
naturaleza. Por ello debemos liberarnos
de nuestros sentimientos y
afectos, para así encontrar la paz y poder ser felices, opinaba él.
–¿Pero no estamos determinados únicamente por las leyes
de la
naturaleza?
–Bueno, Spinoza no es un filósofo fácil de entender, Sofía. Iremos
por partes. Supongo que te acordarás de que Descartes opinaba que
la realidad está compuesta de dos sustancias
claramente
diferenciadas, el «pensamiento» y la «extensión».
–¿Cómo podría haberlo olvidado en tan poco tiempo?
–La palabra «sustancia» puede traducirse por aquello de lo que
algo consta, aquello que en el fondo es o de lo que proviene.
Descartes hablaba pues de dos sustancias. Todo es «pensamiento»
o «extensión», decía.
–No necesito que me lo repitas.
–Pero Spinoza no admitió esa distinción. Opinaba que sólo hay una
sustancia. Todo lo que existe proviene de lo mismo,
decía. Y lo
llamaba «Sustancia». Otras veces lo llamaba Dios o Naturaleza.
Por lo tanto Spinoza no tiene una concepción dualista de la
realidad como la tenía Descartes. Decimos que es monista, lo que
quiere decir que reconduce toda la naturaleza
v todas las
circunstancias de la vida a una sola sustancia.
–Difícilmente se puede estar más en desacuerdo.
–La diferencia entre Descartes y Spinoza no es tan grande como a
veces se ha dicho. También Descartes señaló que sólo Dios existe
por sí mismo. No obstante, cuando Spinoza equipara a Dios con la
naturaleza, o a Dios con la Creación, se aleja mucho de Descartes y
también de los conceptos judíos y cristianos.
–Porque en ese caso la naturaleza es Dios, y se acabó.
–Pero cuando Spinoza emplea la palabra «naturaleza» no sólo
piensa en la naturaleza extensa. Con «Sustancia», «Dios» o
«Naturaleza» quiere decir «todo lo que existe», también
lo relativo
al espíritu.
–Es decir «pensamiento» y «extensión».
–Pues eso. Según Spinoza, los seres humanos conocemos
dos de
las cualidades o formas de aparición de Dios. Spinoza llama a estas
cualidades «atributos» de Dios, y esos atributos
son precisamente
el «pensamiento» y la «extensión» de Descartes. Dios, o la
Naturaleza, aparece, bien como pensamiento,
bien como materia
extendida. Puede que Dios tenga muchas más cualidades, además
del pensamiento y la extensión,
pero sólo estos dos atributos son
conocidos por los hombres.
–Vale, pero me parece una manera muy retorcida de decirlo.
–Sí, hay que utilizar martillo y cincel para penetrar en el lenguaje
de Spinoza. Por lo menos es un consuelo que uno al final encuentre
una idea tan cristalina como un diamante.
–La estoy esperando.
–Todo lo que hay en la naturaleza es por tanto pensamiento
o
extensión. Cada uno de los fenómenos con los que nos
encontramos en la vida cotidiana, por ejemplo una flor o un poema,
constituyen diferentes modos del atributo del pensamiento
o de la
extensión. Una flor es un modo del atributo de la extensión, y un
poema sobre esa misma flor es un modo del atributo del
pensamiento. Pero las dos cosas son en último término
la
expresión de Sustancia, Dios o Naturaleza.
–¡Vaya tío!
–Pero sólo es su lenguaje lo que es complicado. Debajo de esas
formulaciones tan retorcidas hay una maravillosa consciencia
tan
extremadamente sencilla que el lenguaje cotidiano no es capaz de
explicar.
–A pesar de todo creo que prefiero el lenguaje cotidiano.
–Está bien. Empezaré por ti. Cuando te duele la tripa, ¿quién sufre
el dolor?
–Tú lo has dicho. Yo.
–Correcto. Y cuando más adelante piensas en aquella vez en que te
dolió la tripa, entonces ¿quién piensa?
–También yo.
–Porque eres una sola persona que en un momento puede tener
dolor de tripa y en otro ser presa de una emoción.
De esa manera,
Spinoza pensó que todas las cosas físicas que existen o acontecen
en nuestro entorno, son expresiones de Dios o de la Naturaleza.
Así, todos los pensamientos que se piensan son pensamientos de
Dios o de la Naturaleza. Porque
todo es Uno. Sólo hay un Dios,
una Naturaleza o una Sustancia.
–Pero cuando pienso algo, soy yo quien pienso. Y cuando
me
muevo soy yo quien me muevo. ¿Por qué mezclar a Dios en esto?
–Me gusta tu apasionamiento. ¿Pero quién eres tú? Eres Sofía
Amundsen, pero también eres la expresión de algo infinitamente
más grande. Puedes muy bien decir que tu piensas, o que tú te
mueves, ¿pero no puedes decir también que es la naturaleza
la que
piensa tus pensamientos o que es la naturaleza la que se mueve en
ti? Es más bien una cuestión de la lente con que se mire.
–¿Quieres decir que no decido sobre mí misma?
–Bueno, a lo mejor tienes una especie de libertad para mover el
dedo meñique, si quieres. Pero ese dedo sólo puede moverse según
su naturaleza. No puede saltar de la mano o botar por la habitación.
De la misma manera también tú tienes tu lugar en el Todo, hija
mía. Eres Sofía, pero también eres un dedo en el cuerpo de Dios.
–¿De modo que es Dios quien decide todo lo que hago?
–O la naturaleza o las leyes de la naturaleza. Spinoza pensaba que
Dios, o las leyes de la naturaleza, son la causa interna
de todo lo
que ocurre. El no es una causa externa, porque Dios se expresa
exclusivamente mediante las leyes de la naturaleza.
–No sé si veo la diferencia.
–Dios no es un titiritero que tira de todos los hilos y así decide todo
lo que ocurre. Un titiritero dirige a los títeres desde fuera y es por
lo tanto la «causa externa» de los movimientos de los títeres. No es
así como Dios dirige el mundo. Dios dirige el mundo mediante las
leyes de la naturaleza. De esa manera Dios o la naturaleza- es la
«causa interna» de todo lo que ocurre. Es decir que todo lo que
ocurre en la naturaleza ocurre necesariamente.
Spinoza tenía una
visión determinista de la vida de la naturaleza.
–Me parece haberte oído decir algo parecido antes.
–Tal vez estés pensando en los estoicos. También ellos afirmaron
que todo ocurre necesariamente. Por eso era tan importante
responder a todo lo que sucede con una «serenidad
estoica». Los
hombres no debían dejarse llevar por sus emociones. Ésta es
también, muy resumida, la ética de Spinoza.
–Creo que entiendo lo que quiere decir. Pero no me gusta pensar
que no decido sobre mí misma.
–Vamos a centrarnos de nuevo en aquel niño de la Edad de Piedra
que vivió hace treinta mil años. Conforme iba creciendo
tiraba
jabalinas a los animales salvajes, amó a una mujer que se convirtió
en la madre de sus hijos, y además seguramente
adoraba a los
dioses de la tribu. ¿Piensas que él decidía todo esto?
–No sé.
–O piensa en un león en África. ¿Crees que es él el que decide
vivir como una fiera? ¿Por eso se lanza encima de un antílope
cojo? ¿No debería haber decidido vivir como vegetariano?
–No, el león vive según su naturaleza.
–O, con otras palabras, según las leyes de la naturaleza. Eso lo
haces tú también, Sofía, porque tú también eres naturaleza.
Ahora
podrás objetar, con el apoyo de Descartes, que el león es un animal
y no un ser humano con capacidad espiritual libre. Pero piensa en
un niño recién nacido. Llora y grita, y si no se le da leche se chupa
el dedo. ¿Tiene este bebé una voluntad
libre?
–No.
–¿Entonces cuándo obtiene el niño la libre voluntad? A los dos
años corretea por todas partes señalando lo que hay a su alrededor.
A los tres da la lata a su mamá y a los cuatro de pronto le entra
miedo de la oscuridad. ¿Dónde está la libertad, Sofía?
–No lo sé.
–A los quince años se pone delante del espejo y hace pruebas con
el maquillaje. ¿Es ahora cuando toma sus propias decisiones
personales y hace lo que quiere?
–Entiendo lo que quieres decir.
–Ella es Sofía Amundsen, ya lo creo. Pero también vive según las
leyes de la naturaleza. Lo que pasa es que no se da cuenta de eso
porque hay muchas y muy complejas causas detrás
de cada cosa
que hace.
–No creo que quiera oír ya más.
–De todos modos has de contestar a una última pregunta.
Dos
árboles de la misma edad crecen en un gran jardín. Uno de ellos
crece en un lugar con mucho sol y tiene fácil acceso a tierra
nutritiva y al agua. El otro árbol crece en una tierra mala en un sitio
de mucha sombra. ¿Cuál de los dos árboles crees que se hará más
grande? ¿Y cuál de los dos dará más frutos?
–Naturalmente, el árbol que ha tenido las mejores condiciones
de
crecimiento.
–Según Spinoza ese árbol es libre. Ha tenido una libertad
total
para desarrollar sus posibilidades inherentes. Pero si es un
manzano no ha tenido posibilidad de dar peras o ciruelas. Lo
mismo ocurre con los seres humanos. Se nos puede inhibir nuestra
evolución y nuestro crecimiento personal por ejemplo mediante
determinadas condiciones políticas. De esa manera, una fuerza
exterior nos puede poner impedimentos. Sólo vivimos como seres
libres cuando podemos desarrollar «libremente
» nuestras
posibilidades inherentes. Pero estamos tan determinados
por
disposiciones internas y condiciones externas como aquel niño del
valle del Rhin en la Edad de Piedra, el león de Africa o el manzano
del jardín.
–Estoy a punto de resignarme.
–Spinoza afirma que sólo un ser que plenamente es la «causa de sí
mismo» puede actuar en total libertad. Sólo Dios o la naturaleza
presentan una actividad así de libre v «no casual
». Un ser humano
puede esforzarse por conseguir una libertad
que le permita vivir
sin presiones externas. Pero jamás conseguirá una «voluntad libre».
Nosotros no decidimos todo lo que ocurre con nuestro cuerpo, que
es un modo del atributo
de la extensión. Tampoco elegimos lo que
pensamos. El hombre no tiene por tanto un «alma libre» que está
más o menos presa en un cuerpo mecánico.
–Eso me resulta un poco dificil de entender.
–Spinoza pensaba que son las pasiones de los seres humanos,
por
ejemplo la ambición, el deseo, las que nos impiden
lograr la
verdadera felicidad y armonía. No obstante, si reconocemos
que
todo ocurre por necesidad, podremos lograr un reconocimiento
intuitivo de la naturaleza como tal. Podremos
llegar a una vivencia
cristalina del contexto de todas las cosas,
de que todo es Uno. La
meta es captar todo lo que existe con una sola mirada panorámica.
Hasta entonces no podremos alcanzar la máxima felicidad y
serenidad de espíritu. Esto fue lo que Spinoza llamó ver todo «sub
specie aeternitatis».
–¿Y qué significa?
–”Ver todo bajo el ángulo de la eternidad». ¿No fue por donde
empezamos?
–Y por donde tenemos que acabar. Me tengo que ir corriendo
a
casa.
Alberto se levantó y bajó a la mesa una gran fuente de fruta de la
librería.
–¿No quieres una fruta antes de irte?
Sofía se sirvió un plátano. Alberto cogió una manzana verde.
Ella rompió la parte superior del plátano y empezó a quitar
la
cáscara.
–Aquí pone algo –dijo de repente.
–¿Dónde?
–Aquí... en la parte interior de la cáscara del plátano. Parece como
si estuviera escrito algo con rotulador negro...
Sofía se inclinó hacía Alberto para enseñarle el plátano.
«Aquí estoy de nuevo, Hilde. Estoy en todas partes, hijita.
Felicidades.”
–¡Qué divertido! –dijo Sofía.
–Se vuelve cada vez más astuto.
–¿Pero no es... totalmente imposible? ¿Sabes si se cultivan
plátanos en el Líbano?
Alberto dijo que no con la cabeza.
–No me lo comeré.
–Déjalo entonces. Una persona que escribe felicitaciones
a su hija
en el interior de un plátano no pelado tiene que estar loco. Pero
también tiene que ser bastante listo...
–Sí, las dos cosas.
–¿Entonces podemos afirmar aquí y ahora que Hilde tiene un padre
listo? No es tonto, vamos.
–Ya lo dije. Y entonces puede que sea él quien te hiciera llamarme
Hilde la última vez que estuve aquí. Puede ser él quien nos ponga
todas las palabras en la boca.
–No se debe excluir ninguna posibilidad. Pero hay que dudar de
todo.
–Por lo que sabemos, puede que toda nuestra existencia sea un
sueño.
–Pero no debemos precipitarnos. Todo puede tener una explicación
más sencilla.
–Sea lo que sea, tengo que darme prisa. Mi madre me está
esperando.
Alberto acompañó a Sofía a la puerta. En el momento en que se
marchaba él dijo:
–Volveremos a vernos, querida Hilde.
Al instante siguiente, la puerta se había cerrado tras ella.

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