viernes, 4 de julio de 2008

Lógica

Lógica

La distinción entre «forma» y «materia» juega también un
importante papel cuando Aristóteles se dispone a describir cómo
los seres humanos reconocen las cosas en el mundo.
Al reconocer algo, ordenamos las cosas en distintos grupos o
categorías. Veo un caballo, luego veo otro caballo, y otro más.
Los caballos no son completamente idénticos, pero tienen algo
en común, algo que es igual para todos los caballos, y
precisamente eso que es igual para todos los caballos, es lo que
constituye la «forma» del caballo. Lo que es diferente o
individual, pertenece a la «materia» del caballo.
De esta manera los seres humanos andamos por el mundo
clasificando las cosas en distintas casillas. Colocamos a las vacas
en los establos, a los caballos en la cuadra, a los cerdos en la
pocilga y a las gallinas en el gallinero. Lo mismo ocurre cuando
Sofía Amundsen ordena su habitación. Coloca los libros en las
estanterías, los libros del colegio en la cartera, las revistas en el
cajón de la cómoda. La ropa se dobla ordenadamente y se mete
en el armario, las braguitas en un estante, los jerséis en otro, y
los calcetines en un cajón aparte. Date cuenta de que hacemos lo
mismo en nuestra mente: distinguimos entre cosas hechas de
piedra, cosas hechas de lana y cosas hechas de caucho.
Distinguimos entre cosas vivas y muertas, y también entre
plantas, animales y seres humanos.
¿Me sigues, Sofía? Como ves, Aristóteles se propuso hacer una
buena limpieza en el cuarto de la naturaleza. Intentó mostrar que
todas las cosas de la naturaleza pertenecen a determinados
grupos y subgrupos. (Hermes es un ser vivo, más concretamente
un animal, más concretamente un vertebrado, más
concretamente un mamífero, más concretamente un perro, más
concretamente un labrador, más concretamente un labrador
macho.)
Vete ahora a tu cuarto, Sofía, y recoge del suelo cualquier objeto.
Sea cual sea el objeto que levantes descubrirás que lo que estás
tocando pertenece a uno de los órdenes superiores. El día que
veas algo que no sepas clasificar, te llevarás un gran susto; por
ejemplo si descubrieras una cosa de la que no supieras decir con
seguridad si pertenece al reino animal, al reino vegetal o al reino
mineral. Apuesto a que ni siquiera te atreverías a tocarla.
Acabo de decir el reino vegetal, el reino animal y el reino mineral.
Me estoy acordando ahora de ese juego que consiste en que uno
se va fuera, mientras el resto de los participantes en la fiesta
deben pensar en algo que el pobre de fuera tiene que adivinar al
entrar.
Los demás invitados han decidido pensar en el gato llamado
Mons, que en ese momento se encuentra en el jardín del vecino.
El que estaba fuera vuelve a entrar y comienza a adivinar. Los
demás sólo pueden contestar «si» o «no». Si el pobrecito es un
buen aristotélico, y en ese caso no es ningún pobrecito, la
conversación podría transcurrir aproximadamente como sigue:
¿Es algo concrete? (Sí.) ¿Pertenece al reino mineral? (No.) ¿Es algo
vivo? (Sí.) ¿Pertenece al reino vegetal? (No.) ¿Es un animal? (Sí.)
¿Es un ave? (No.) ¿Es un mamífero? (Sí.) ¿Es un gato? (Sí.) ¿Es
Mons? (iSííííííííí! Risas...)
De manera que fue Aristóteles quien inventó este juego. Y a
Platón le podemos atribuir el invento del «escondite en la
oscuridad». A Demócrito ya le concedimos el honor de haber
inventado las piezas de lego
Aristóteles fue un hombre meticuloso que quiso poner orden en
los conceptos de los seres humanos. De esa manera sería él
quien creara la Lógica como ciencia. Señaló varias reglas
estrictas para saber qué reglas o pruebas son lógicamente
válidas. Bastará con un ejemplo: si primero constato que «todos
los seres vivos son mortales» (primera premisa)y luego constato
que «Hermes es un ser vivo» (segunda premisa), entonces puedo
sacar la elegante conclusión de que «Hermes es mortal».
El ejemplo muestra que la lógica de Aristóteles trata de la
relación entre conceptos, en este caso «ser vivo» y «mortal».
Aunque tengamos que darle la razón a Aristóteles en que la
conclusión arriba citada es válida cien por cien, a lo mejor
tendríamos que admitir también que no dice nada nuevo.
Sabíamos de antemano que Hermes es «mortal». (Es «un perro» y
todos los perros son «seres vivos», que a su vez son «mortales»,
a diferencia de las piedras del Monte Everest.) Sí, sí, Sofía, lo
sabíamos ya. Pero no siempre la relación entre grupos de cosas
parece tan evidente. De vez en cuando puede resultar útil
ordenar nuestros conceptos.
Me limito a poner un solo ejemplo: ¿es posible que esas crías
minúsculas de ratón chupen leche de su mamá exactamente igual
que los corderos y cerditos? Pensémoslo: lo que sí sabemos, por
lo menos, es que los ratones no ponen huevos. (¿Cuándo he visto
un huevo de ratón?) De manera que paren hijos vivos, igual que
los cerdos y las ovejas. A los animales que paren los llamamos
«mamíferos», y los mamíferos son precisamente animales que
chupan leche de su madre. Y ya está. Teníamos la respuesta ya
en nuestra mente, pero tuvimos que meditar un poco. Nos
habíamos olvidado de que los ratones realmente beben la leche
de su madre. Quizás se debió a que nunca habíamos visto
ratoncitos mamando. La razón es, evidentemente, que los ratones
se inhiben un poco cuando se trata de cuidar a sus hijos en
presencia de los seres humanos.

Mapa de Grecia

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