jueves, 3 de julio de 2008

El oráculo de Delfos

El oráculo de Delfos

Los griegos pensaban que los seres humanos podían enterarse
de su destino a través del famoso oráculo de Delfos. El dios
Apolo era el dios del oráculo. Hablaba a través de la sacerdotisa
Pitia, que estaba sentada en una silla sobre una grieta de la
Tierra. De esta grieta subían unos gases narcóticos que la
embriagaban, circunstancia indispensable para que pudiera ser
la voz de Apolo.
Al llegar a Delfos, uno entregaba primero su pregunta a los
sacerdotes, quienes, a su vez, se la daban a Pitia. Ella emitía una
contestación tan incomprensible o ambigua que hacía falta que
los sacerdotes interpretaran la respuesta a la persona que había
entregado la pregunta. Así los griegos podían aprovecharse de la
sabiduría de Apolo, ya que creían que Apolo sabía todo sobre el
pasado y el futuro.
Muchos jefes de Estado no se atrevían a declarar la guerra, o a
tomar otras decisiones importantes, antes de haber consultado el
oráculo de Delfos. Así pues, los sacerdotes de Apolo funcionaban
prácticamente como una especie de diplomáticos y asesores, con
muy amplios conocimientos sobre gentes y países.
Encima del templo de Delfos había una famosa inscripción:
¡CONÓCETE A TI MISMO!, que significaba que el ser humano
nunca debe pensar que es algo más que un ser humano, y que
ningún ser humano puede escapar a su destino.
Entre los griegos se contaban muchas historias sobre personas
que habían sido alcanzadas por su destino. Con el tiempo, se
escribieron una serie de obras de teatro, tragedias, sobre esas
personas «trágicas». El ejemplo más famoso es la historia del rey
Edipo.

Mapa de Grecia

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Antigua Grecia